domingo, 29 de noviembre de 2015

Gracias por tanto y perdón por tan poco.



Bajó la espuma, y la sensación inicial se consolida: lo perdimos nosotros. A este partido crucial, a esta final del mundo, la perdimos nosotros. Salvo las semanas posteriores a la primera vuelta, nunca la jugamos con la intensidad y concentración que ameritaba. Buscar las causas de la derrota afuera, ninguneando los -graves y muchos- yerros de adentro, es un error enorme.

Para empezar, quisiera que quede claro que uno se expresa asumiéndose parte del COLECTIVO ciudadano que apoya al FPV. Desde ahí, y sin particularizar, es que se asume la primera persona del plural para afirmar lo que se siente: no estuvimos a la altura. Ni de la memoria de Néstor, ni del sacrificio y el coraje de Cristina, ni de la lealtad y el enorme laburo de Daniel (antes, Scioli).



Lo peor que se puede hacer es echarle la culpa al pueblo, que -ya sabemos- en democracia NUNCA se equivoca. Ninguna sociedad elige perjudicarse. Entonces, si el soberano eligió -aunque haya sido por escaso margen- una opción electoral que va en contra de los intereses de las mayorías, es porque no interpretó que ese proyecto de país era tal. Y si fue así, es por una razón muy sencilla: no llegamos a explicarle a una porción de la ciudadanía lo que implica Macri, lo que significa la vuelta del neoliberalismo (¿Identificarán que es éso lo que estuvo detrás del ‘corralito’ y el 2001, por ejemplo?) para los invisibles de antes y ahora empoderados, para la clase trabajadora, para las -ascendentes, en estos años- familias que empezaron a sentir el placer del viaje en avión, la construcción/ampliación de la casa, el nylon de los asientos del 0 km., etc. Es decir, no existe un 51,4% de la población con tendencia al masoquismo. Más allá de la militancia del odio y el festival de prejuicios, hay otro sector que no se identifica con el anti-K emocional y que también optó por la ali//\\nza Cambiemos. A ese núcleo que siempre define las elecciones es al que no llegamos, o no alcanzamos plenamente, a traducirle qué había -hay- detrás de la palabrita mágica (“Cambio”) y la -a esta altura, célebre- “Revolución de la alegría”. Porque si uno le muestra a alguien el nivel de aumento de la tasa estrella de la CABA, el ABL, y el -menor- servicio del único transporte público que gestiona, el SUBTE, (+1200 en 8 años y 309% en 3, respectivamente) seguramente NADIE elegiría eso para el país. Es decir: más impuestos, más tarifas y menos servicios.




                                                                           

                                                                     




Creo que nos faltó más confrontación y discusión política en estos 4 años. No obstante lo comunicacional a gran escala, en el llano cada uno de nosotros no supo -o no quiso- disputar el sentido común en los ámbitos donde participa: trabajo, facultad, familia, amigos, etc. La percepción es la siguiente: si sólo en el último año, en vez de estar erosionando a quien finalmente fue NUESTRO candidato, hubiéramos tenido la intensidad de los días posteriores al 25 de octubre, el resultado hubiera sido distinto. Estuvimos entretenidos con internismos, pegándonos entre nosotros y confundiendo infantilmente el adversario político. La tranquilidad y la relajación fueron las constantes hasta la primera vuelta. Lo que sobrevino fue un conmovedor -y, a mi juicio, también inocentemente tardío- movimiento genuino, en virtud del cual un sector que venía apoyando al Gobierno decidió pasar de simpatizante a militante. Y el tránsito de la simpatía a la militancia implicó intensificar discusiones, salir a persuadir. En pocas palabras: la mutación de la pasividad a la actividad. La transformación de la simple adhesión a la vehemencia fue algo notable y muy valorable, con personas que por primera vez asumieron pequeños (más no menos importantes) actos de interpelación ciudadana, como una volanteada. El mano a mano en el llano fue algo que quizás subestimamos a la hora de la disputa, desde todos los espacios. Ni desde la militancia orgánica y los (recientes) empoderados pareciéramos haber interpretado, a partir de la conformación de NUESTRA fórmula única, la necesidad de salir a buscar adhesiones por afuera, con importante iniciativa. Creo que todos (y todas, claro) coincidimos en algo: si sólo a partir de junio hubiese existido el nivel de movilización de las últimas semanas, hubiésemos podido superar la exigua diferencia (en esta teoría del juego de suma cero, perdimos por menos de un punto y medio) por la cual nos vencieron.                             

                                                             









En otro orden de cosas es que quisiera también dedicar un párrafo al sindicalismo, en cabeza de sus dirigentes: el silencio fue pavoroso. Jamás parecieron interesados en explicar y difundir entre sus afiliados la disyuntiva que estuvo en juego el pasado 22 de noviembre: un proyecto de país con el pueblo trabajador en el centro vs. otro con el poder económico concentrado como sujeto principal. Con comunicados repletos de lugares comunes con liturgia peronista y sedes sindicales con cuadros de Perón y Evita NO ALCANZA para comprometerse con el Movimiento que en estos 12 años recuperó la dignidad del trabajo y apostó a la industria nacional como pocos en nuestra historia. Demasiado humo, y demasiada falta de estatura dirigencial. ¿Cuántas charlas de delegados en fábricas vimos, similares a la de esos empresarios PYME que nos llegaron al corazón? ¿Cuántos pibes contratados en estos años -por ejemplo, a partir del exponencial crecimiento de nuestro parque automotor- sabían las consecuencias laborales para su sector a partir de una política con liberación de importaciones y un dólar a $16, tal cual había explicitado Macri y su gente? ¿Y los empleados y empleadas de Comercio? ¿Y la Construcción? ¿Hay algún sector, acaso, que no haya crecido exponencialmente en esta época de la “pesada herencia”? ¿En cuántos de ellos hubo, realmente, una importante movilización en defensa propia? ¿Y las respectivas Conducciones? Considero que asistimos a un monumental contrapunto entre la vergüenza de dirigencias sindicales ausentes, y el orgullo de empresarios comprometidos con el destino del país y tomando posición sin dobleces, exponiendo la situación política para cuidar el bienestar de sus empleados, sus empresas y su Patria.



Otro dato novedoso de estas elecciones fue la aparición intensa de un sujeto siempre invisibilizado: el CONICET. BRILLANTE lo de ellos realizando intervenciones públicas y concientizando. Gran sentido de pertenencia y defensa de sus propios intereses, realizaron estos compañeros y compañeras, poniendo blanco sobre negro en la relación Ciencia/PBI en Nación y CABA, traduciendo en términos concretos qué políticas públicas existen de un lado y otro de La Grieta.




Algo más particular que quiero comentar, como cordobés y buscando aportar elementos al por qué de la ciudad de Córdoba como una suerte de Belgrano con distinta tonada. Por qué en un distrito que no gobierna Macri obtuvo más apoyo que donde gestiona hace 8 años. ¿Existe en nuestra provincia algún, siquiera vago, conocimiento de las políticas públicas del PRO en 2 mandatos al frente del distrito más rico del país, que justifiquen semejante apoyo a esa alternativa? No da la impresión de que así sea. Aquí tuvieron una ayuda importante: De la Sota. Alguien que, en su -enésima- tentativa de excursión allende la Provincia, desarrolló una estrategia discursiva basada en la supuesta “discriminación” del Gobierno central K contra Córdoba, para exacerbar su ficción de caudillo luchador por los pueblos oprimidos del interior del país. En esa empresa tan voluntarista es que fue conmovedor el entusiasmo militante de los medios de comunicación más influyentes de la Provincia, que culparon hasta al potasio de absolutamente todos los problemas provinciales, pintados de un obsceno color violeta. La Voz del Interior de Clarín,  la Condena 3, Radio Buitre y el Canal 12 de la Unidad de Negocios número 1 de Clarín. El éxito de su trabajo, aún con la inestimable ayuda de la mayor parte de la dirigencia del kirchnerismo local (¿Tuvimos un candidato a gobernador, en julio? ¿Dónde estuvo haciendo campaña, estos meses? ¿Un primer candidato a Senador? ¿Cuánto recorrieron, en general, los referentes provinciales del FPV el territorio cordobés haciendo campaña por Scioli?), puede apreciarse en los números de la elección, a nivel provincial y municipal (71,5 y 75%, respectivamente, eligieron a MM). A tal punto inciden estos (de)formadores de opinión pública, que lograron que una pésima gestión neoliberal con escudo UCR en la capital provincial fuera reelecta, con una pauta gigantesca. Detrás de la simpática voz de una niña hablando de “La Muni” hay una complacencia feroz hacia un intendente que privatizó, reduciendo el patrimonio estatal que le tocó (y toca) administrar, aumentó tarifas e impuestos por encima de cualquier índice inflacionario y hasta se dio el lujo de ningunear aportes de Nación, como el puente de Villa Warcalde. ¿Sabrá la gente bien que vive en los countries y demás zona norte que EL FINANCIAMIENTO del puente que usan a diario, y que vino a poner fin al colapso que había, fruto del gran desarrollo urbanístico que tuvo el sector en estos años de “pesada herencia”, NO FUE MAGIA? Y siguiendo con lo municipal, tuvimos un candidato a intendente FPV (¿Elegido por quién?) que salió 7mo, detrás del FIT. 

Volviendo al fondo de esta rebeldía del ’18 y el ’69, pero a la inversa, hubo dos momentos que considero relevantes para explicar el porqué del notable apoyo a Macri (y también antikirchnerismo) por estos lares: la sublevación policial de diciembre de 2013 y las inundaciones de este verano en las Sierras Chicas. Siempre dejando afuera del análisis el resultado histórico de Cristina en nuestra provincia en el año 2011, donde ganó todos los Departamentos, algo que ni Perón había conseguido. Entonces, reiterando lo de las interpretaciones obscenamente inducidas a nivel mediático: JAMÁS existió un sentido común que responsabilizara al Gobierno Provincial por alguna de estas cuestiones, siendo -por ejemplo- elocuente que el conflicto con la Policía de la Provincia de Córdoba, que tenía recorrido antes de la implosión que TN le mostró al país como muestra del abandono K, se encuentra dentro de la órbita de... ¡Sí! ¡El Gobierno de la Provincia de Córdoba! Pero no, parece que a la culpa la tuvieron Berni y CFK, que osaron respetar nuestra Ley de Seguridad Interior. Con la segunda cuestión, exactamente lo mismo: DLS haciendo un acting patético y especulando electoralmente con un fondo millonario de reparación, que siempre tuvo a disposición, como terminó reconociendo en una conferencia luego de una reunión con el Jefe de Gabinete. Para quienes tuvimos la oportunidad de participar en las jornadas solidarias de ese entonces, tanto en Villa Allende como Mendiolaza y Unquillo, lo que se observó fue lo mismo que en todas las catástrofes naturales que sufrió el país en esta época: Estado Nacional por todos lados. ANSES, PAMI y la militancia explicitando que “La Patria es el Otro” no es un slogan, sino una forma de vida. No obstante estas cuestiones, se instaló: el kirchnerismo detesta a Córdoba, y nuestro Gobernador hace lo que puede. El intendente también, claro. Cordobesismo y a otra cosa. ¿Que la cúpula policial que estaba encargada de la Lucha contra el Narcotráfico está con prisión preventiva? ¿Que vecinos de las Sierras Chicas le reclaman a DLS por cuestiones que prometió y nunca cumplió? Pavadas. Nada relevante al lado de la hija de Rossi, las calzas de Cristina, alguna declaración de Hebe y el nuevo 0 km. del primo del hermano del cuñado del profesor de piano del compañero de pupitre de Máximo. En esos términos fue (y es) el asunto. ¿Las políticas públicas? ¿Las crucialidades? Bien, gracias. (NAR)Cordobe(r)sismo y a otra cosa. A continuación, la Comuna 13, la ciudad de Córdoba y la provincia de Córdoba en las elecciones del pasado 22 de noviembre:


Otra característica de este mano a mano fue que terminó con una enorme mentira: el voto peronista de Massa. ¿Alguien cree que Macri está más cerca del peronismo que Scioli? Es insólito, pero los números confirman que -en rigor- lo que hay detrás de ese votante NO ES PERONISMO, sino un profundo sentimiento ANTIK. Al igual que DLS, estamos en presencia de la derecha apoyando a la derecha. Conservadurismo, en este caso, detrás del escudo del PJ. Porque ya lo había explicado Paenza: tomando en cuenta la cantidad de votos de los tres principales candidatos, para superar el 50% Macri debía retener el 74% de los votos de UNA.

Yendo a lo propio: lo de NUESTRO candidato fue titánico. El compañero Scioli tuvo que soportar, hasta el 25 de octubre y además del rechazo del afuera, la desconfianza de una parte del adentro, bancando estoicamente la parada, con una lealtad admirable. Nosotros, sobre todo inicialmente y siempre hablando en términos generales, lo subestimamos, lo destratamos y lo erosionamos en aras de una supuesta candidatura más representativa del espacio. En muchas oportunidades lo tentaron y quisieron perfilarlo como líder opositor: en el 2008, durante la 125; en el 2009, previo a la derrota electoral; en el 2012, con los cacerolazos; y en el 2013, frente al revés legislativo en la PBA. Nunca rompió. Nunca se fue. Nunca traicionó. Como una metáfora de su vida, el compañero Lealtad inicialmente prometió honrar la memoria de Néstor, y lo hizo con creces. Jugando más de visitante que de local, recorriendo hasta 4 provincias por día y jamás jugando por la tribuna, siempre con responsabilidad y coherencia. Armó equipos de trabajo excelentes (lo de la Fundación DAR excede ampliamente la figura de José Scioli, y comprende un completo análisis económico/social de todos los distritos del país con obra pública prevista, sectores productivos y recursos a desarrollar) y fue consistente con sus planteos, exponiendo todo el tiempo que la gran disyuntiva era la vuelta al pasado o tomar las conquistas de estos años para avanzar hacia el Gran Desarrollo Argentino. El “construir a partir de lo construido”, que tantas veces señaló. Creo que lo (nos) perjudicó la interna en la PBA, y que ante el balotaje quedó expuesta nuestra opción frente al triunfante gobierno PRO en ese distrito. Desde ya que no se puede aspirar a ganar el país sin un triunfo contundente en donde uno viene gobernando. En ese sentido, el 51% de DOS en la PBA es elocuente. También lo son las derrotas en La Rioja y Entre Ríos, con varios períodos de oficialismos FPV. En estas imágenes podemos observar el contundente triunfo de Macri en la CABA y el exiguo margen de Scioli en la provincia de Buenos Aires:





No obstante esta situación objetiva, quiero señalar que fue muy grato ver al compañero Scioli defendiendo como defendió todos los pilares del proyecto político que muchas veces no lo valoró (valoramos) como se merecía, y que sin embargo lo encontró a él dejando todo en la cancha y honrando la confianza de Cristina. Acá es donde aparece, según creo, lo que más podemos objetarnos: NUNCA, hasta el 25 de octubre, asumimos plenamente al candidato. Más allá de que, apenas constituida la fórmula única, uno -sin necesidad de ser Licenciado en Ciencias Políticas o demasiado avezado- había advertido la necesidad que teníamos de hacerlo bandera a DOS para llevar a nuestro espacio a la Victoria, lo cierto es que tuvimos una suerte de militancia eufemística que no lo aceptó hasta muy entrada la disputa electoral. El candidato era “el Proyecto”, “la Patria”, “el Movimiento”, “el Modelo”. Cualquier cosa, menos quien efectivamente lo era: Daniel Osvaldo Scioli. 6 letras: S C I O L I. Quiero decir: lo del compañero Lealtad tiene el plus de haber batallado contra propios y extraños. Aún con la pequeña diferencia que marcó nuestra derrota, el desempeño por parte del candidato fue óptimo.





Mirando hacia adelante, creo que tenemos que replantear dirigencias y modalidades en la militancia. No toda la sociedad anda en el piloto automático odiador, y es en ese sector no politizado que fallamos al no poder conquistarlo del todo, y por el que debemos ir de ahora en adelante. Uno de los hechos positivos de esta elección, aunque dolorosa como toda derrota, es la irrupción de un nuevo sujeto político: los empoderados, cuya movilización de estas semanas es sólo el principio de un viaje de ida que se llama MILITANCIA.




Seremos oposición. Éso sí: el PRO tendrá una oposición que SIEMPRE llevará adelante una discusión política, NUNCA en términos personales. Nunca le diremos “hijo de puta” al Presidente, ni que se vaya con algún familiar muerto, ni celebraremos sus enfermedades, ni gozaremos con sus desgracias, ni le boicotearemos el país exigiéndole que se vaya antes de cumplir su mandato. Tampoco trataremos a ningún oficialista de parásito, mercenario o ñoqui, ni le pediremos recibo de sueldo a nadie, antes de encarar algún intercambio de opiniones. ¿Somos diferentes? ¿Hay una grieta entre nuestra concepción política y la del espacio que acaba de ser electo? Sí, y estamos orgullosos de que así sea. Jamás bocineamos ni bocinearemos una muerte. Siempre nos van a encontrar como hasta ahora: apasionados por las políticas públicas; nunca en emoción violenta destilando odio y con deseos mala leche. Jamás vamos a desearle a alguien que le vaya mal, que se quede sin laburo, etc. En definitiva: no esperen de nosotros ni una pizca de toda la agresividad y falta de respeto que recibimos como Gobierno y militancia en estos años. Ese festival de bajezas ni nos interesó, ni nos interesa ni nos interesará.

Para finalizar, y haciendo un análisis en relación a los mitos: el publicitadísimo “hartazgo generalizado” hacia el kirchnerismo quedó demostrado que no existe. Si, como vienen afirmando los medios de comunicación más influyentes y con tanto énfasis en estos años, “la gente” está cansada del Gobierno, la alternativa opositora debiera haber triunfado por 10 puntos de diferencia, mínimo. Teniendo en cuenta que se trataba de un mano a mano -con el juego de suma cero-, si el punto y medio que superó el 50% no hubiera existido, Scioli hubiera subido hasta esa cifra y estaríamos en presencia de un empate. O sea, sin ser Paenza uno puede advertir que, más allá de la diferencia nominal de 3 puntos, lo que definió la elección es un punto y medio. Dicho de otro modo: si de esos 700.000 votos hubieran sido 350.000 menos para Macri, automáticamente hubieran sido 350.000 más para Scioli y redundado en un escenario igualado. ¿Qué marca esta distancia electoral exigua? Que las políticas públicas del FPV gozan de un muy buen nivel de aceptación social, que el rumbo es prácticamente apoyado por la mitad de la ciudadanía. Después de 12 años de gestión, con todo el desgaste que eso implica, y sumado a la campaña en contra más contundente que haya recibido un proyecto político en toda nuestra historia, el Gobierno conserva un importante margen de adhesión en la sociedad. Eso no parece poca cosa, sino -por el contrario- algo muy plausible. No obstante lo cual, debemos asumir que no dimos la talla de la enorme encrucijada histórica que tuvimos por delante, con la responsabilidad -nada más y nada menos- de GARANTIZAR la continuidad de esta serie de políticas públicas que demandaron tanto esfuerzo y sacrificio.

Volviendo al principio, y para no hacer más largo esto (que ya de por sí lo es, por supuesto), digamos que la realidad es contundente: no alcanzó, y ahora vamos a ser gobernados por un Gerente, con un Gabinete de las Corporaciones. En palabras recientes del compañero Tomada y también de VHM: se viene el país atendido por sus dueños. Ojalá sepamos estar a la altura de enfrentar eso y aprovechar los márgenes legislativos con los que contamos para cuidar todo lo conseguido en estos años, en cuanto a derechos para el Pueblo. Tienen que tenerlo claro: no nos fuimos, no nos vamos y no nos iremos. Llegar hasta acá costó mucho, como para que piensen que vamos a permitir retrocesos mirando pasiva y alegremente. No seremos custodios de una nueva entrega del patrimonio estatal, los derechos de los trabajadores y la soberanía nacional. Que ni lo intenten. La sociedad misma estará allí para recordarle al oficialismo A DÓNDE los argentinos no queremos volver.










PD: para leer algo en serio, desde Alta Córdoba.

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