miércoles, 29 de julio de 2015

Presos de la desinformación (el odio y el prejuicio).






“Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.”

“Ser gorila es pensar a partir de un prejuicio”.


Pasó Boudou, pasó Nisman, pasó el papel ilegal de color azul, pasó la inseguridad, pasó la inflación, pasó la bóveda que era bodega, pasó la Embajada paralela que terminó en falso testimonio, pasó la secretaria que no era con bolsos que no existieron, pasó el pato rengo, pasó el sueldazo que Kicillof nunca cobró en YPF, pasó la cuenta millonaria que nunca tuvieron Máximo y Garré, pasó la referencia de 6 pesos por día que jamás se fijó, y también pasaron -entre tantas otras cosas- las cuantiosas sumas de dinero que nunca existieron para personas privadas de su libertad y trans.

         Pero como la premisa es que ni la realidad te impida mantener el indignómetro bien alto, y la militancia del “Mentime que me gusta” necesita su combustible diario para sacar de adentro lo peor de sí, volvieron sobre una zoncera de varios meses atrás: los K nos hacen vivir en un país que premia a quien delinque y castiga a quien se jubila. Es decir, de la misma usina de odio que ha instalado “conviene recibir un plan, a trabajar”, “fomentan la vagancia”, etc., el mensaje es: el Gobierno estimula la delincuencia. Siempre viene bien cualquier cosa, con tal de no señalar algo muy virtuoso y que se desprende de millones de CUILs: el kirchnerismo ha sido (y es) una incansable máquina de generar trabajo.
Y el título adoctrinador de la pereza intelectual señala: GANA MÁS UN PRESO QUE UN JUBILADO. Sólo les falta aclarar un detalle: los presos no cobran, sino sólo aquellos que trabajan. Entonces, por culpa de los –se sabe, populistas- miembros de la Asamblea del Año XIII, que eliminaron la esclavitud, toda persona que trabaje debe percibir una remuneración por ello. Ante ésto, no parece muy difícil de comprender el silogismo:

            Si una persona trabaja, tiene derecho a un salario.
X trabaja.
X tiene derecho a un salario.

Porque, hay que recordarle a ese conjunto de sensibles corazoncitos, quienes se encuentran privados de su libertad, ¿qué son? ¡Sí! Adivinaron... ¡Personas!

          Yendo al fondo, la primera respuesta a esta (falsa) polémica que recorre las colas de panadería en estas horas la encontramos en la cita inicial de arriba: el artículo 18 de una cosita que en el año 1994 (léase: antes de que se oscureciera la Patria con el arribo de la consonante maldita al Gobierno) fue sancionada por una banda de garantistas, y que se llama Constitución Nacional. La segunda respuesta viene dada por la captura de pantalla, que hace referencia al articulado de una ley (24.660) del año 1996 -también antes de la ignominia sacapresos del zaffaronismo K-, cuyo capítulo VII se titula “Trabajo”.

             En relación a los ingresos, cabe recordar que en todos los sistemas previsionales del mundo un pasivo recibe menos que un activo. Entonces, ¿cuál es el problema de que el valor establecido como salario mínimo, vital y móvil sea superior a la jubilación mínima, y que una persona que trabaje tenga un piso superior al de un jubilado? No parece consistente la crítica que se realiza en esa dirección. Situándonos en los números puntuales, al día de la fecha el SMVM es de $4716, y la jubilación mínima $3822. Es decir, el haber previsional representa un 81% del salario (aquí es donde se nota el castigo K a la tercera edad, ¿nocierto? Ése del que viven hablando quienes se llenan la boca repitiendo un número mágico). Ya se ha anunciado la actualización del SMVM, que a partir de agosto será de $5588. Por eso, suponiendo que la actualización para los jubilados fuese de un 17%, la mínima llegaría a $4472, lo que representa un 80% del SMVM. Ante este panorama, no da la impresión de que el kirchnerismo sea un insensible hambreador de ancianos y ancianas.


En síntesis, lo que surge claramente es que el conflicto, en rigor, no es del Gobierno ni de las personas privadas de su libertad, sino del conjunto de sensibles almas de la Patria que despotrican contra esta situación de dignidad: no consideran a quienes han delinquido como personas. Por ende, debieran hacerse cargo de esa mentalidad que atrasa unos 204 añitos, y dejar de pretender legitimar un pensamiento profundamente inhumano detrás del disfraz de la angustia por la situación de un sector vulnerable. Si realmente, como afirman a menudo, les preocupa tanto la situación de los jubilados y la pobreza, lo mejor que pueden hacer –como para empezar- es intentar pasar sus días sin ver cómo hacen para evadir impuestos y precarizar laboralmente a sus compatriotas. Ése sería, sin dudas, un aporte interesante al país.





PD: algo en serio sobre el asunto: "Slokar, en su fundamentación, acompañada por sus colegas, recalcó que 'para cualquier preso que trabaje no pueden dejar de gobernar como estándares –entre otros– el derecho a la remuneración y la regla de asimilación al trabajo libre, con todos sus alcances'. La Sala II recordó que 'el trabajador es sujeto de preferente atención constitucional', no sólo por lo estipulado en el artículo 14 de la Carta Magna sino también por 'el renovado ritmo universal que representa el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que cuenta con jerarquía constitucional a partir de la reforma' de 1994." http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-261171-2014-12-03.html

lunes, 20 de julio de 2015

Perdió Macri. Nació Makri.









"Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño".


Y claro, lo que cambió fue el país. Todos (y todas, por supuesto) cambiamos. Nadie es la misma persona hoy que con anterioridad al 25 de mayo del año 2003. Lo que ocurre es que, desde que inició su carrera política a esta parte, Mauricio (que es Macri, Néstor dixit) venía negando sistemáticamente a la política tradicional y sus posibilidades de traer progreso al Pueblo, mejorando alguna de las condiciones del país, afirmando que este Gobierno expresa la continuidad de aquella fallida dirigencia política del pasado, que no pudo solucionar los problemas de la Patria en los ’80 y ’90, mostrándose él como una renovación necesaria “para terminar con los mismos de siempre, que ya fracasaron: prometieron todo y no hicieron nada”.
Entonces, con el transcurso de los años y frente a la consolidación de la cultura política de estos tiempos, esa lógica negacionista de la realidad efectiva generada por el kirchnerismo lo fue llevando hacia un extremo social reducido, habitado sólo por la colonia de AntiK emocionales: seres que andan por la vida en piloto automático aborreciendo todo aquello que traiga consigo la konsonante maldita, llegando incluso a detestar el potasio. Son almas gustosas de vivir expectantes de la mala nueva, aunque ella no resista el mínimo análisis racional. En definitiva, el diagnóstico tremendista que esboza Macri sólo genera adhesión en ese núcleo intenso –y, también, cada vez más pequeño- que implora recibir negatividad que involucre al kirchnerismo, aunque sea con acusaciones estrambóticas, diciéndole diariamente a ese periodismo opositor lo que hace de título del último libro de Victor Hugo Morales: Mentime que me gusta.
Frente a ese panorama sombrío es que aparece un amplio sector social que, tomando nota de las profundas transformaciones acaecidas en estos años, aún sin ser partidario del Gobierno Nacional decide tomar distancia del escenario desolador que pinta Macri, prometiendo un resurgir frente al desastre imperante por la desidia populista del kirchnerismo. Cuando hablamos de que algo cambió, hacemos referencia a la posibilidad mayoritaria de entender que hay personas que necesitan ayuda del Estado, que mantener los servicios públicos es una cuestión indelegable que presupone inversión y no gasto, etc. Es decir, es la misma inoperancia opositora la que termina empujando a la ciudadanía a valorar positivamente la gestión del Frente para la Victoria.
Por eso es que, ante la sitcom de ayer, afirmamos que pasó lo que tenía que pasar. ¿Qué cosa? Bueno, que alguien de su equipo se acercó y le dijo al Niño Mauricio: todo muy lindo con el monodiscurso de CAMBIO, pero con la beligerancia no vas a ir a ningún lado, existe un consenso social sobre los pilares del kirchnerismo, hay también ánimos de CONTINUIDAD. Y el hombre tomó nota. Un poquitín tarde, quizás, pero acorde a su brillante mente de estadista. Y sucedió. Parece que el conjunto de librepensadores que lo acompañaba, luego de haber estado compenetrado con la impulsión de globos de colores, no esperaba el brusco cambio de estrategia del genial referente, reconociendo los logros de este proyecto político que lleva 12 años conduciendo los destinos de la Patria, por lo que –genuinamente- manifestó su desencanto con varias de las menciones que hizo su líder, reivindicando políticas populistas. En esos minutos, Macri se transformó en Makri, y el grotesco ganó por goleada.
¿Qué ocurrió? Que se notificó de algo que es signo de estos tiempos: política es mucho más que hacer jingles. A esta sociedad, que se encuentra en un profundo trance de la politización a la cultura política, ya no resulta tan sencillo venderle candidatos con el marketing que funcionó otrora (¿se acuerdan de un pusilánime pintado de súperhombre, que iba a ser el bombero y policía en cada esquina?). En esta época se discute y se debate. Con más o menos argumentos, con más o menos consistencia, pero se mastica, se habla. El festival de “a mí no me interesa, yo no me meto”, que fue hit en los ’90, tiene mucho olor a naftalina. Ya no cabe.
Podemos decir, en concreto: la pantomima de anoche, con caras de sorpresa y confusión, no es otra cosa que la exposición contundente de la derrota de la cultura política de Macri, que denota un notable tufillo antipolítica y oenegeísta (de hecho, el ex titular de Greenpeace Argentina fue electo en su lista de Legisladores), con un manual de prejuicios hacia la política tradicional en términos de partidos y una suerte de convocatoria amigable, escondiendo detrás de slógans un profundo sesgo ideológico: la derecha, la misma derecha de siempre, jugando a ser novedad. Entonces, frente al fracaso expuesto de Macri, nació Makri: un argentino que reconoce que –no obstante existir muchas cuestiones pendientes- hay políticas públicas no negociables, como Memoria, Verdad y Justicia en materia de DDHH, un Estado activo que intervenga en la economía, que iguale oportunidades y asista a los sectores sociales más débiles, etc.

Entonces, creo que lo mejor que nos puede pasar es que siga adelante esta sobreactuación de kircherismo, porque muestra de manera contundente que la Década (y pico) es Ganada en serio, y que el único relato –en el sentido despectivo utilizado por la oposición mediática y política- es aquel que viene describiendo un país en ruinas por culpa del desastre de gestión que viene llevando adelante el kirchnerismo. Seguramente Makri dirá que Néstor Iván puede ser un buen amiguito de Antonia, y Melkonian en alguno de sus raíds mediáticos fruncirá el ceño para contarnos que los números tienen que cerrar con la gente adentro. No pasa nada, dan ternura y pueden seguir participando. Nosotros, en lo mismo de siempre: ser predicadores de las políticas públicas de estos años, persuadiendo y sumando voluntades para que se mantenga el piso que supimos conseguir, proyectando la realización futura de las asignaturas pendientes, si seguimos en este camino. Fuimos y somos conscientes de algo: ésto recién empieza, y es irreVersible.






PD: para leer algo serio sobre el tema: http://www.eldiplo.org/index.php/archivo/184-desafio-a-la-izquierda/el-kirchnerismo-como-cultura-poltica/ ---> "Un ejemplo de este tipo de enfoques es la encuesta de orientaciones ideológicas de Flacso-Ibarómetro (2). De acuerdo a la investigación, un porcentaje mayoritario de los argentinos se manifiesta a favor de una intervención activa del Estado en la economía (61,8 por ciento), prefiere las alianzas con los países de la región antes que con las potencias del primer mundo (53,6), apoya los juicios por violaciones a los derechos humanos (61,4) y asegura que la búsqueda de la igualdad debe ser, más que de la libertad, el principal objetivo de un gobierno democrático (50,5 contra 32,8). Como es de suponer, los resultados hubieran sido muy diferentes en otros momentos de nuestra historia, por ejemplo en los 90, y son también distintos si se los compara con los de otros países. En suma, las principales orientaciones políticas del kirchnerismo definen un núcleo básico de ideas compartido por un porcentaje mayoritario de la población."

martes, 14 de julio de 2015

El compañero Francisco.






         Había una vez, una religión preponderante en el mundo, compuesta –a grandes rasgos- por dos expresiones filosóficas y copada por una de ellas. Desde Constantino hasta nuestros días, siempre primó la visión liberal, donde la Iglesia hace las veces de monumento a la hipocresía mundial. Estamos frente a una institución con una vasta retórica igualitaria, y una escasa práctica en esa dirección, jugando casi siempre a ser el escudo moralista de los grandes responsables de las injusticias que ha padecido (y padece) la población en nuestro planeta.
La historia muestra que en múltiples ámbitos ha ocurrido que la estructura jerárquica avanza en un sentido distinto (cuando no, contrapuesto) al de las bases. Lo de la Iglesia no es distinto, y quizás la muestra más cruda de ello sea lo acontecido en nuestro país unas décadas atrás, con la trágica diferencia entre el barro del Tercermundismo (la “Opción por los Pobres”, con referentes como Mugica y Angelelli) y el pavimento de la cúpula eclesiástica (lo que podríamos denominar “Opción por la Complicidad”, con Primatesta y Von Wernich como emblemas), que coqueteaba con los amos y señores de las vidas en ese entonces, al mismo tiempo de sobreactuar preocupación y sensibilidad humana.
Frente a este panorama, el abandono de practicantes católicos fue la norma. El abismo entre el compendio de voluntarismo plasmado en el Evangelio y la praxis de la Iglesia, siendo militante de la caridad y despreciativa de la solidaridad (Galeano dixit), sirve como explicación para esa situación. ¿Qué pasó? Pasó que llegó un Papa que vino a retomar los lineamientos del Concilio Vaticano II, fruto de la voluntad de Juan XXIII por lograr una Iglesia reflexiva y más cerca de los castigados del mundo que de los centros de poder. Y en ese despertar de la vocación transformadora es que el ruido viene siendo una constante, desde la palabra y los hechos. Desde Ucrania hasta Gaza, desde Cuba y Estados Unidos hasta Lampedusa, desde el Banco del Vaticano hasta la pedofilia. Si interpretamos que REVOLUCIÓN implica una serie de cambios bruscos en favor de débiles mayorías históricamente postergadas, entonces estamos en condiciones de afirmar que lo que viene llevando adelante Francisco en la Iglesia Católica Apostólica Romana es una REVOLUCIÓN.
Parece claro que actualmente están en disputa dos proyectos de sociedad: uno, con un Estado servil a las Corporaciones, que arrodilla a su Pueblo frente al capitalismo salvaje; y otro, con un Estado que contempla al conjunto de la ciudadanía y tiene como objetivo la inclusión social, la distribución de la riqueza y la equidad. Es en este contexto que las contundentes manifestaciones de Francisco lo posicionan claramente enrolado en la segunda visión, señalando la inhumanidad de la primera y cuestionando su hegemonía pese a los resultados catastróficos que exhibe. Digo Francisco, porque Bergoglio en otros momentos tuvo expresiones más complacientes con el primer paradigma, y cuestionadoras de los Gobiernos enrolados en la segunda perspectiva política y social.
Entonces, ¿Francisco es Bergoglio? Parece ostensible que no. ¿Qué cambió? La entidad de lo que se lidera, y la conciencia frente a ello. De la –a esta altura- célebre “Guerra de Dios” en relación al matrimonio igualitario, a un vehemente cuestionamiento -por ejemplo, y entre otros- de “la concentración monopólica de medios de comunicación social” que hace las veces de herramienta de colonización que moldea conductas y estándares de consumo. Es decir, es perfectamente válido que haya una modificación en la mirada acerca de todas las cosas, siendo distinto el lugar que se ocupa. A distinto rol, distinta perspectiva. La incorporación de nuevos elementos parece hasta lógica.
¿Y los cuestionamientos respecto de su actitud frente a las violaciones a los DDHH que tuvieron lugar en nuestro país en los ’70? Siguen vigentes, como también permanece otra línea de pensamiento que sostiene un combate en lugar de una colaboración. Tanto Horacio Verbitsky como Alicia Oliveira merecen respeto y consideración, mínimamente.
Volviendo al fondo: el cambio sustancial en el enfoque de la Iglesia -a partir de su cabeza, porque subsisten influyentes núcleos conservadores en el Vaticano- quedó masivamente plasmado en Ecuador, Bolivia y Paraguay, donde quedó configurado un escenario conmovedor que expresa la vuelta de la esperanza a partir de una conducción que marca el camino en ese sentido, delineando conceptos claros y con asiento en la realidad. Sobre todo con las palabras de Francisco en la II Cumbre de Movimientos Sociales (la primera había tenido lugar en Roma, con Evo como único mandatario presente), en Santa Cruz de la Sierra, es que a uno le quedó flotando la sensación de estar presenciando un acontecimiento histórico, trascendente para la posteridad. Lo que ocurre es que la contemporaneidad suele potenciar la posibilidad de miradas sesgadas, para sobrestimar o subestimar consecuencias y efectos de determinados hechos. Afortunadamente en el transcurso de las horas aparecieron opiniones calificadas como las de Atilio Borón y Leonardo Boff, entre otros, para confirmar que la percepción particular de uno en relación a lo que había presenciado no era algo desubicado ni exagerado.
Que el máximo representante de una institución -milenaria y poco propensa a la autocrítica- pida perdón por atrocidades, no es cosa de todos los días. Que lo haga delante de descendientes de las víctimas de esas atrocidades, tampoco.
Que desde el centro de Europa se tenga una mirada integral e implore interacción en vez de subordinación potencias-periferia vía Tratados de Libre Comercio y colonización de toda índole, también aparece como algo excepcional.
Sólo por mencionar dos de las muchas crucialidades sobre las que el Papa planteó una dicotomía y asumió una postura. En definitiva, lo que hizo y viene haciendo Francisco fue (y es) patear el tablero.
Escuchándolo en vivo en Paraguay me hizo ruido una crítica suya a la ideología, definiéndola como una maquinaria montada para negar al Pueblo, poniendo como ejemplo lo acontecido en el siglo XX. Haciendo una interpretación por encima, creo que hizo referencia a la publicitación (y agitación) ideológica in extremis, que marcó la tragedia humanitaria que tuvo lugar el siglo pasado, con el nazismo y el comunismo (en la ex URSS) como dos expresiones contundentes de ello. Desde ya que exigir un Estado presente, que fomente un sistema económico que piense más en el ser humano que en la especulación financiera, es un razonamiento profundamente ideológico. Entonces, desde que plantea la línea divisoria de aguas y señala su posicionamiento en un lugar que coincide con el nuestro, es que pasamos del Cardenal Bergoglio al compañero Francisco. Sabemos que en la vida hay veredas, y en ese sentido es que el Papa está en una y, por ejemplo, la jerarquía eclesiástica tucumana está en otra.
Aprovechando esa situación, me parece oportuno traer a colación las palabras del Padre Mugica, que –siendo prácticamente increpado por asumirse ideológicamente- afirma enfáticamente que Jesús fue el primer gran idealista en el mundo, y que un ser humano sin ideología es un cadáver viviente.




PD: para leer algo serio sobre el tema, acá: http://panamarevista.com/2015/07/13/dos-tres-muchos-francisco/

miércoles, 8 de julio de 2015

El compañero Messi.








Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida, pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol.



Por estas palabras de Sacheri es que uno siente que la defenestración a Messi es una tremenda injusticia: NADIE que conozca la historia de su vida puede poner en duda su compromiso y sentimiento para con el país. Al contrario, esa bisagra que tuvo a los 11 años con el desarraigo compulsivo potenció su amor hacia la Patria, con la profunda nostalgia de la distancia.

Messi es como nosotros: un pibe que creció en el contexto de un país (Estado) que le daba la espalda, y que -aún sintiéndose despreciado- siempre mantuvo su corazón acá, sin siquiera una pizca de rencor por aquella falta de asistencia.

Yendo a lo futbolístico, cualquiera que haya visto algún partido del Barcelona sabe que Messi no es omnipresente a lo largo del partido, sino que siempre tiene momentos donde parece que no está, y luego aparece. Aún así, pretender igualar el funcionamiento colectivo de ese equipo -cuya base viene entrenando habitualmente y hace muchos años- con el de la Selección, es poco atinado, y hasta diría que mala leche, si se lo utiliza para bajarle el precio al rendimiento de un jugador en particular.

Entonces, ¿Messi es Messi? Sí. ¿Es lo mismo el equipo nacional que el Barcelona? No. ¿El fútbol es un juego colectivo? Sí. ¿Entonces? ¿Cuál es la tragedia de que en distintas condiciones sea distinto el rendimiento? ¿Qué hace la Selección para parecerse al Barcelona? Y si la Selección no se parece al Barcelona, ¿podemos exigirle a Messi que sea acá el mismo que allá? Ese mandato que es hit hace varios años parece tener un serio problema con la lógica.

Sin embargo, lo que tenemos es un sector de la ciudadanía que no jugó ni una Liga Regional y cuestiona la falta de estatura futbolística y actitud de Messi para afrontar los partidos, llegando incluso a hablar de “pecho frío”, “que se vuelva a España”, etc. Además de desconocer toodo lo que pierde Messi al venir a jugar los partidos de Eliminatorias (12 hs de viaje en avión, con los contratiempos que eso implica en su competencia y preparación con el Barcelona), se ha llegado a caer en banalidades tales como que “no siente la camiseta porque no canta el Himno”.

Resulta curioso (o no), pero parece ser que el mismo núcleo erudito que no le discute la marca del café al Jefe y se pasa los días queriendo enseñarle a gobernar a Cristina, también desde el teclado quiere explicarle a Messi cómo es el temita este del fútbol. Tanto Cristina Elisabet como Lionel Andrés son personas que hacen esfuerzos descomunales en pos del bien de la Patria, y aparentemente en la misma medida de ese sacrificio es que reciben reproches repletos de desagradecimiento.

Al igual que muchos de nosotros, Messi tuvo su infancia en los ’90 y es parte de lo que me permito llamar “La Generación Negada”. Crecimos escuchando que este país (el nuestro) era siempre la misma porquería, con una clase dirigente de porquería y que por ende ni brindaba ni nos iba a brindar las condiciones para el crecimiento, fuese la profesión que fuese que eligiésemos. Nos enseñaron a negarnos, a no conjugar PAÍS y FUTURO. Como se ha recordado en los últimos tiempos: nos decían que la única salida era Ezeiza. Para él, lamentablemente tuvo que ser así.

Ahora, si hubiera crecido EN ESTE PAÍS, donde -aunque a la “gente bien” le genere urticarias- el Estado se esfuerza para que las posibilidades sean para todos y todas, Messi seguramente hubiese tenido el tratamiento financiado por el ENARD, sin sufrir el desarraigo. El programa histórico de Becas y la inversión inédita en Alta Competencia de estos tiempos colisiona con el abandono de otrora. Como en cualquier otro ámbito, hablamos de dos países distintos.

Messi es como un científico repatriado: un valor que fue despreciado por el país (en particular, por el Estado) y que decide dejar la comodidad de afuera, para volver y ponerse la camiseta.

Por eso es que quienes destrozan a Messi y hablan despectivamente de “generación subcampeona”, “generación cebollita”, “generación fracasada”, etc., son, en su mayoría, las mismas personas que se pasan los días en modo Luis Solari, tirándole tierra a lo de adentro y flores a lo de afuera. En definitiva, lo que hay detrás de cuestionamientos insólitos es una notable mediocridad y una profunda falta de sentimiento nacional. Sólo así puede explicarse tanto desprecio al lugar de privilegio que ocupa nuestra Selección a nivel mundial, aún no habiendo tenido resultados acordes a dicha posición de élite.

Da pavor ponerse en el lugar de Messi, frente a tanta ofensa y agravio. No se lo merece, y creo que debiésemos -como sociedad- tener la capacidad de superar ese festival de bajezas que se ha intensificado a partir de la última Copa América. No compremos el humo que ha vendido, vende y venderá el periodismo barrilete (abajo tapa del año '82). En concreto: disfrutémoslo y dejemos de compararlo permanentemente con El Diego. Como decía Ortega y Gasset: cada persona es cada persona y sus circunstancias. Dediquémosnos a contemplar ésta, de la que afortunadamente somos contemporáneos.

















PD: Si quieren algo serio sobre el asunto, y por alguien que sabe, acá Fernández Moores lo describe perfectamente: http://canchallena.lanacion.com.ar/1808642-el-paraiso