miércoles, 8 de julio de 2015

El compañero Messi.








Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida, pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol.



Por estas palabras de Sacheri es que uno siente que la defenestración a Messi es una tremenda injusticia: NADIE que conozca la historia de su vida puede poner en duda su compromiso y sentimiento para con el país. Al contrario, esa bisagra que tuvo a los 11 años con el desarraigo compulsivo potenció su amor hacia la Patria, con la profunda nostalgia de la distancia.

Messi es como nosotros: un pibe que creció en el contexto de un país (Estado) que le daba la espalda, y que -aún sintiéndose despreciado- siempre mantuvo su corazón acá, sin siquiera una pizca de rencor por aquella falta de asistencia.

Yendo a lo futbolístico, cualquiera que haya visto algún partido del Barcelona sabe que Messi no es omnipresente a lo largo del partido, sino que siempre tiene momentos donde parece que no está, y luego aparece. Aún así, pretender igualar el funcionamiento colectivo de ese equipo -cuya base viene entrenando habitualmente y hace muchos años- con el de la Selección, es poco atinado, y hasta diría que mala leche, si se lo utiliza para bajarle el precio al rendimiento de un jugador en particular.

Entonces, ¿Messi es Messi? Sí. ¿Es lo mismo el equipo nacional que el Barcelona? No. ¿El fútbol es un juego colectivo? Sí. ¿Entonces? ¿Cuál es la tragedia de que en distintas condiciones sea distinto el rendimiento? ¿Qué hace la Selección para parecerse al Barcelona? Y si la Selección no se parece al Barcelona, ¿podemos exigirle a Messi que sea acá el mismo que allá? Ese mandato que es hit hace varios años parece tener un serio problema con la lógica.

Sin embargo, lo que tenemos es un sector de la ciudadanía que no jugó ni una Liga Regional y cuestiona la falta de estatura futbolística y actitud de Messi para afrontar los partidos, llegando incluso a hablar de “pecho frío”, “que se vuelva a España”, etc. Además de desconocer toodo lo que pierde Messi al venir a jugar los partidos de Eliminatorias (12 hs de viaje en avión, con los contratiempos que eso implica en su competencia y preparación con el Barcelona), se ha llegado a caer en banalidades tales como que “no siente la camiseta porque no canta el Himno”.

Resulta curioso (o no), pero parece ser que el mismo núcleo erudito que no le discute la marca del café al Jefe y se pasa los días queriendo enseñarle a gobernar a Cristina, también desde el teclado quiere explicarle a Messi cómo es el temita este del fútbol. Tanto Cristina Elisabet como Lionel Andrés son personas que hacen esfuerzos descomunales en pos del bien de la Patria, y aparentemente en la misma medida de ese sacrificio es que reciben reproches repletos de desagradecimiento.

Al igual que muchos de nosotros, Messi tuvo su infancia en los ’90 y es parte de lo que me permito llamar “La Generación Negada”. Crecimos escuchando que este país (el nuestro) era siempre la misma porquería, con una clase dirigente de porquería y que por ende ni brindaba ni nos iba a brindar las condiciones para el crecimiento, fuese la profesión que fuese que eligiésemos. Nos enseñaron a negarnos, a no conjugar PAÍS y FUTURO. Como se ha recordado en los últimos tiempos: nos decían que la única salida era Ezeiza. Para él, lamentablemente tuvo que ser así.

Ahora, si hubiera crecido EN ESTE PAÍS, donde -aunque a la “gente bien” le genere urticarias- el Estado se esfuerza para que las posibilidades sean para todos y todas, Messi seguramente hubiese tenido el tratamiento financiado por el ENARD, sin sufrir el desarraigo. El programa histórico de Becas y la inversión inédita en Alta Competencia de estos tiempos colisiona con el abandono de otrora. Como en cualquier otro ámbito, hablamos de dos países distintos.

Messi es como un científico repatriado: un valor que fue despreciado por el país (en particular, por el Estado) y que decide dejar la comodidad de afuera, para volver y ponerse la camiseta.

Por eso es que quienes destrozan a Messi y hablan despectivamente de “generación subcampeona”, “generación cebollita”, “generación fracasada”, etc., son, en su mayoría, las mismas personas que se pasan los días en modo Luis Solari, tirándole tierra a lo de adentro y flores a lo de afuera. En definitiva, lo que hay detrás de cuestionamientos insólitos es una notable mediocridad y una profunda falta de sentimiento nacional. Sólo así puede explicarse tanto desprecio al lugar de privilegio que ocupa nuestra Selección a nivel mundial, aún no habiendo tenido resultados acordes a dicha posición de élite.

Da pavor ponerse en el lugar de Messi, frente a tanta ofensa y agravio. No se lo merece, y creo que debiésemos -como sociedad- tener la capacidad de superar ese festival de bajezas que se ha intensificado a partir de la última Copa América. No compremos el humo que ha vendido, vende y venderá el periodismo barrilete (abajo tapa del año '82). En concreto: disfrutémoslo y dejemos de compararlo permanentemente con El Diego. Como decía Ortega y Gasset: cada persona es cada persona y sus circunstancias. Dediquémosnos a contemplar ésta, de la que afortunadamente somos contemporáneos.

















PD: Si quieren algo serio sobre el asunto, y por alguien que sabe, acá Fernández Moores lo describe perfectamente: http://canchallena.lanacion.com.ar/1808642-el-paraiso

1 comentario:

  1. Messi juventud, se ha unido a Barcelona, la cantera de La Masia, su carrera ha estado en vigor desde su debut en Barcelona, y el equipo de barrido una serie de torneos, incluyendo cuatro campeones Liga Europea de Campeones y de la Liga española séptimo obtener brillantes logros del club. Messi ha sido los medios de comunicación, los aficionados y la leyenda ampliamente reconocidos como el mejor jugador en el mundo de hoy.

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