Hay quienes sostienen que el fútbol no
tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales.
Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida, pero de algo estoy seguro: no
saben nada de fútbol.
Por
estas palabras de Sacheri es que uno siente que la defenestración a Messi es
una tremenda injusticia: NADIE que conozca la historia de su vida puede poner
en duda su compromiso y sentimiento para con el país. Al contrario, esa bisagra
que tuvo a los 11 años con el desarraigo compulsivo potenció su amor hacia la
Patria, con la profunda nostalgia de la distancia.
Messi es como nosotros: un pibe que
creció en el contexto de un país (Estado) que le daba la espalda, y que -aún
sintiéndose despreciado- siempre mantuvo su corazón acá, sin siquiera una pizca
de rencor por aquella falta de asistencia.
Yendo a lo futbolístico, cualquiera
que haya visto algún partido del Barcelona sabe que Messi no es omnipresente a
lo largo del partido, sino que siempre tiene momentos donde parece que no está,
y luego aparece. Aún así, pretender igualar el funcionamiento colectivo de ese
equipo -cuya base viene entrenando habitualmente y hace muchos años- con el de
la Selección, es poco atinado, y hasta diría que mala leche, si se lo utiliza
para bajarle el precio al rendimiento de un jugador en particular.
Entonces, ¿Messi es Messi? Sí. ¿Es lo
mismo el equipo nacional que el Barcelona? No. ¿El fútbol es un juego
colectivo? Sí. ¿Entonces? ¿Cuál es la tragedia de que en distintas condiciones
sea distinto el rendimiento? ¿Qué hace la Selección para parecerse al
Barcelona? Y si la Selección no se parece al Barcelona, ¿podemos exigirle a
Messi que sea acá el mismo que allá? Ese mandato que es hit hace varios años
parece tener un serio problema con la lógica.
Sin embargo, lo que tenemos es un
sector de la ciudadanía que no jugó ni una Liga Regional y cuestiona la falta
de estatura futbolística y actitud de Messi para afrontar los partidos,
llegando incluso a hablar de “pecho frío”, “que se vuelva a España”, etc.
Además de desconocer toodo lo que pierde Messi al venir a jugar los partidos de
Eliminatorias (12 hs de viaje en avión, con los contratiempos que eso implica
en su competencia y preparación con el Barcelona), se ha llegado a caer en
banalidades tales como que “no siente la camiseta porque no canta el Himno”.
Resulta curioso (o no), pero parece
ser que el mismo núcleo erudito que no le discute la marca del café al Jefe y
se pasa los días queriendo enseñarle a gobernar a Cristina, también desde el
teclado quiere explicarle a Messi cómo es el temita este del fútbol. Tanto
Cristina Elisabet como Lionel Andrés son personas que hacen esfuerzos
descomunales en pos del bien de la Patria, y aparentemente en la misma medida
de ese sacrificio es que reciben reproches repletos de desagradecimiento.
Al igual que muchos de nosotros,
Messi tuvo su infancia en los ’90 y es parte de lo que me permito llamar “La
Generación Negada”. Crecimos escuchando que este país (el nuestro) era siempre
la misma porquería, con una clase dirigente de porquería y que por ende ni
brindaba ni nos iba a brindar las condiciones para el crecimiento, fuese la
profesión que fuese que eligiésemos. Nos enseñaron a negarnos, a no conjugar
PAÍS y FUTURO. Como se ha recordado en los últimos tiempos: nos decían que la
única salida era Ezeiza. Para él, lamentablemente tuvo que ser así.
Ahora, si hubiera crecido EN ESTE
PAÍS, donde -aunque a la “gente bien” le genere urticarias- el Estado se
esfuerza para que las posibilidades sean para todos y todas, Messi seguramente
hubiese tenido el tratamiento financiado por el ENARD, sin sufrir el
desarraigo. El programa histórico de Becas y la inversión inédita en Alta
Competencia de estos tiempos colisiona con el abandono de otrora. Como en cualquier
otro ámbito, hablamos de dos países distintos.
Messi es como un científico
repatriado: un valor que fue despreciado por el país (en particular, por el
Estado) y que decide dejar la comodidad de afuera, para volver y ponerse la
camiseta.
Por eso es que quienes destrozan a
Messi y hablan despectivamente de “generación subcampeona”, “generación
cebollita”, “generación fracasada”, etc., son, en su mayoría, las mismas
personas que se pasan los días en modo Luis Solari, tirándole tierra a lo de
adentro y flores a lo de afuera. En definitiva, lo que hay detrás de
cuestionamientos insólitos es una notable mediocridad y una profunda falta de
sentimiento nacional. Sólo así puede explicarse tanto desprecio al lugar de
privilegio que ocupa nuestra Selección a nivel mundial, aún no habiendo tenido
resultados acordes a dicha posición de élite.
Da pavor ponerse en el lugar de
Messi, frente a tanta ofensa y agravio. No se lo merece, y creo que debiésemos -como sociedad- tener la capacidad de superar ese festival de bajezas que se ha
intensificado a partir de la última Copa América. No compremos el humo que ha
vendido, vende y venderá el periodismo barrilete (abajo tapa del año '82). En
concreto: disfrutémoslo y dejemos de compararlo permanentemente con El Diego.
Como decía Ortega y Gasset: cada persona es cada persona y sus circunstancias.
Dediquémosnos a contemplar ésta, de la que afortunadamente somos
contemporáneos.
PD: Si quieren algo serio sobre el asunto,
y por alguien que sabe, acá Fernández Moores lo describe perfectamente: http://canchallena.lanacion.com.ar/1808642-el-paraiso
Messi juventud, se ha unido a Barcelona, la cantera de La Masia, su carrera ha estado en vigor desde su debut en Barcelona, y el equipo de barrido una serie de torneos, incluyendo cuatro campeones Liga Europea de Campeones y de la Liga española séptimo obtener brillantes logros del club. Messi ha sido los medios de comunicación, los aficionados y la leyenda ampliamente reconocidos como el mejor jugador en el mundo de hoy.
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