“Estos asuntos de economía y finanzas
son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Sólo requieren saber
sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la
entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted
entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de
los conceptos económicos y financieros"
Viendo esta imagen que circulaba por las redes, con números elocuentes y analizados en
perspectiva, me acordé de esas palabras de Scalabrini Ortiz. Efectivamente: la
cuestión no presenta demasiada complejidad, aunque la feroz campaña instaladora
de sentido común ha logrado que el análisis sencillo redunde en conclusión
simplista y contrafáctica. De esa manera es que tenemos a buena parte de la
sociedad repitiendo -y asumiendo como verídicas- sentencias y pronósticos que
el club de economistas neoliberales despliega por el amplio espectro audiovisual
y gráfico que los cobija, en torno al descalabro económico del país en estos 12
años, en los que parece ser que el Gobierno tiene mucha suerte porque el
acabose que vienen denunciando que ocurrirá desde el año 2003 nunca ocurrió. El
famoso “apocalipsis esquivo” que señala el amigo @rinconet.
Así es que asistimos a una suerte de festival del lamento nominal, cuando en los más diversos ámbitos escuchamos comentarios ligeros, que suelen encontrar eco: “Y sí, ahora con $100 no se compra nada”, “En este país la plata vale cada vez menos”, etc. Uno de los detalles que pasa por alto este diagnóstico desafiante de las ciencias duras es la CANTIDAD de papelitos de color lila que manejaba un bolsillo argentino ANTES, y la que le toca administrar HOY. Otra de las pavadas que pasa por alto esta afirmación, que suele tener rebote en los términos de “Tal cual. ¿Te acordás en los ’90, con el 1 a 1? Con $100 te llenabas el changuito del súper”, es el temita de LA MACROECONOMÍA. Es decir, los indicadores claves de cualquier economía del mundo: desempleo, deuda, demanda y producción. En ese maravilloso país de Cavallo & Cía, donde -con el privilegio de estar trabajando- se disfrutaba de 100 pesos que valían bocha, lo que hubo fue una irresponsable -por ser suave- entrega del patrimonio del Estado, un endeudamiento sideral, una fenomenal declinación de la industria nacional y se fue recorriendo una pendiente que terminó con ¼ de la población sin empleo y ahorros confiscados, cuasi monedas y un sistema institucional de cartón.
En definitiva, cualquiera que realice un mínimo análisis
comparativo llega a la misma conclusión: en el ciclo kirchnerista el poder
adquisitivo del salario (la dignidad del pueblo trabajador) ha crecido exponencialmente. Los altos niveles de consumo y
producción así lo demuestran, desde lo informado -por ejemplo- en sectores como Comercio hasta Construcción, etc.
Nada
que ver con Paenza y nada que ver con la economía, lo que hay detrás de la
afirmación negativa es elocuente: pura ideología, puro desprecio hacia el Gobierno.
Hacia el kirchnerismo, el potasio y todo aquello que tenga la consonante
maldita, pareciera.
En
rigor, este sector de la ciudadanía no es opositor al Gobierno, sino a la matemática.
Son la militancia anti-Pitágoras: gente que derrite el plástico en los
shoppings repitiendo el hit “la inflación nos está matando”, viaja al exterior a
contar que la economía nacional se cae a pedazos por culpa de Cristina, recorre
concesionarias buscando 0 km avisándole a los vendedores que Kicillof es un
desastre y los chicos de La Cámpora son todos unos vagos, improvisados y
mercenarios que están llevando el país a la ruina. No son otra cosa que un patético oxímoron con pretensiones de
solidez argumentativa. Joda. Demasiado voluntarismo.
Entonces,
frente a lo incontrastable de lo empírico, florece la zoncera y se hace notable
lo cultural: personas que tienen armado un sentido común para pensar y actuar
en contra de sus propios intereses. Ojo, evitar tirarle piedras a algo que te
beneficia no equivale a tatuarse un pingüino en el pecho, ni asumir que el
kirchnerismo es lo mejor del mundo mundial. Simplemente lo que se espera es
algo lógico: no ir en contra de uno mismo. No ser autodestructivo. Quererse un
poquito. Querer sostener (para incrementar luego) el bienestar. Sucede que la
novedad, una vez hecha regla, deja de ser tal y comienza a ser concebida como
parte habitual del paisaje de los días. En ese acostumbramiento es que la
mejoría deja de percibirse como tal, entonces no se divisa BIENESTAR, sino
INSATISFACCIÓN frente al nuevo peldaño anhelado. Con ese sentimiento es que
prolifera la conducta presuntamente progresista, pero meramente
autodestructiva: no se puede aspirar al escalón superior destrozando en el que
uno se sostiene. Por ello es que, frente a la conquista naturalizada, sólo
queda la MEMORIA.
En
ese sentido es que lo que uno siente, muchas veces y como pibe de 28 años, es
que hay una parte de la memoria (2000/2001/2002) que se perdió, y otra que está
ausente (hiperinflación de fines de los ’80) en las personas de nuestra
generación que pueden acceder a bienes que nuestros viejos ni soñaban apenas
empezaban con sus laburos y armados familiares, como 0 km, viajes al exterior, casa,
etc. Recordaba el otro día, charlando con un amigo, la revolución que había
generado en mi hogar la compra del primer 0 km, allá por el año ’94, siendo papá
alguien de 32 años con un salario medio-alto. ¿Cuál había sido el lujo? Un
Vivace. Un Vivace para 5. Carpa en Miramar, Buenos Aires, con una sola salida a
comer, como máxima realización del aguinaldo.
Nada que ver con la buena vida que tenía un grupo de personas que quiere
que vuelva la convertibilidad, como este Señor, que la tiene clara:
Volviendo a nuestra franja etaria, el deseo es el mejor: ojalá se
quieran un poco y elijan CONTINUAR y PROFUNDIZAR el proyecto de país que
mejoró, mejora y mejorará -entre otras cosas- el poder adquisitivo del PUEBLO.
Ya
son PEA. Ya laburan. Ya administran papelitos de colores. Ya pagan cosas. Ya
hacen cuentas. Ya son titulares de servicios. Ya son mayores de edad.
La
cuasi moneda y el ticket canasta tiene 5 letras; los pesos que pesan, 6.
Empieza
con SCIO y termina con LI. Daniel
Osvaldo Scioli. S C I O L I.
Vean
qué les pinta y elijan con responsabilidad. Ya son grandes ;-)
PD: para leer algo en serio, Zaiat canta la justa:
"Existe un sólido bloque de analistas, economistas del establishment y hombres de negocios obsesionados con el kirchnerismo que son maestros en el arte de la agnotología. Se dedican con entusiasmo a la fabricación deliberada de la incertidumbre, la duda y la ignorancia. Están desesperados por construir hoy una interpretación histórica del ciclo económico del kirchnerismo y, tras ese ambicioso objetivo, estrujan cifras y situaciones hasta terminar viciando la evaluación. Uno de los casos más notables, además de cuestionar y negar que hubo desendeudamiento, es que no hubo mejoras en el mercado laboral."
Excelente nota compañero, espero existan neuronas permeables a tales conceptos!
ResponderEliminarSALUDOS!
#MejorScioli