Asistimos en estas semanas a un notable atropello a la
institucionalidad y la república por parte del Gobierno que -afirmaba
enfáticamente- venía a enaltecer ambas cuestiones, según sus integrantes,
ampliamente vapuleadas a lo largo de los doce años de proceso político
kirchnerista. Según este relato, el ciclo anterior estuvo signado por el pisoteo constante de la Constitución Nacional,
las leyes, las autonomías provinciales, las empresas privadas, la oposición
política, la libertad de expresión y los
pollitos bebés.
Aún antes de asumir, ya pudimos percatarnos de las
iniciativas estrambóticas que iban a venir de la mano de la Revolución de la
Alegría. Lo de Caprichito negándose al traspaso de mando posterior a la jura,
en el Congreso, por temor al abucheo de una Plaza apoyando a Cristina, fue
insólito. Como escribió Verbitsky: “Que el
gobierno saliente cediera todas las entradas para la Asamblea Legislativa, que
acordara lugares separados para cada fuerza en las calles y que ofreciera dejar
el bastón y la banda en el Congreso no fue suficiente.” Entonces, más allá del
hecho de haber salido corriendo haciendo pucherito a pedirle a mamá Poder
Judicial que retara a la mala Cristina, el asunto es preocupante por lo
siguiente: si Mau no tolera un conjunto de chiflidos, ¿puede (¿quiere?)
soportar las presiones de los factores de poder internos y externos, sin ceder
y perjudicar a la mayoría nacional? El Presidente no pareciera querer
confrontar más que con los débiles, ya que a los sectores concentrados de la economía
les cumplió con creces lo que
sus intereses particulares requerían para obtener una ganancia extraordinaria,
aún a costa del perjuicio al pueblo.
Pero más allá de esta anécdota, lo grave vino después. El
festival de decretos fue avasallante. Además de nombrar a personas con
intereses creados en contra de los lugares a ocupar, como las flamantes designaciones en la UIF, la lapicera
proactiva de Macri subordinó de un plumazo dos entes
autárquicos a un nuevo Ministerio (art. 23 decies inc. 4), violando
flagrantemente las leyes que crearon y regulan el funcionamiento de ellos
. (arts. 7 y 10, en el caso de la AFSCA,
y arts. 20 y 77 en relación a la
AFTIC).
Entonces, es elocuente que la realidad marca un amplio
contraste entre la decretocracia del Presidente Macri, y los esfuerzos
denodados del Presidente Kirchner y la Presidenta Fernández de Kirchner por
robustecer el funcionamiento democrático y republicano, jerarquizando al Estado
y empoderando a la ciudadanía como pocas veces ocurrió en la historia de
nuestro país.
La principal diferencia se advierte fácilmente en un tema
muy sensible: la CSJN. Cualquier persona, con conocimiento de derecho o no,
puede observar dos paradigmas distintos: el decreto 222/03 de Néstor, a menos de un mes de haber
asumido, vs. el 83/2015 de Caprichito. Mientras
que el autoritario Kirchner decide autolimitarse en sus atribuciones previstas
constitucionalmente para darle amplia participación al Congreso y a la ciudadanía en general, el
republicano Macri elige y aprueba en su despacho, apelando a un procedimiento inédito y ninguneando que el mismo artículo
99, al establecer las atribuciones del titular del PEN, en un inciso específico
aborda el asunto en cuestión. Por ende, pretender aplicar una generalidad
(“empleos”) a un supuesto específico y previsto expresamente es de un
voluntarismo inconstitucional obsceno, sólo comprensible a los fines de
intentar justificar lo injustificable. Pero en nuestro país no todo es “la
Justicia”. No todos son miembros de la Asociación de Magistrados actuando a
piacere del poder económico y mediático nacional. Esta gente, que está
acostumbrada a la impunidad, quedó descolocada por la sentencia del Dr. Ramos
Padilla (sólo “un juez de Justicia Legítima”), que
pone legalidad y razonabilidad para declarar la inconstitucionalidad del fórum
shopping supremo, vía decreto. Aún así, resultaron extrañas las
declaraciones del Presidente, que parece no tener reparo en exponer su
ignorancia sin asesoramiento y manifiesta que “No sabe si tiene valor el fallo” que
declara inconstitucional un decreto suyo, envalentonado por el comunicado del organismo de prensa que tiene el mesiánico Supremo Artista y Rehén, creyendo -quizás- que esta
operación tiene algún viso de juricidad, o vaya a saber uno qué cosa. Garavano,
Clusellas y compañía debieran explicarle a Macri el temita del control difuso, como
para evitarle el papelón. En este asunto puntual, al menos. En definitiva,
estos muchachos más que férreos defensores de la Carta Magna, parafraseando a
un enorme cuadro de nuestro espacio, parecen asiduos transeúntes de
la Estación Constitución. Quizás el idioma no ayude. Desde este modesto
espacio me tomo el atrevimiento de colaborar con la comprensión republicana
de CAMBIEMOS:
La reciente intervención a la AFSCA
y la AFTIC marca hasta qué punto la derecha -que hace la Revolución de la
Alegría para la minoría intensa, cuyos intereses representa- está
sacada y no le importa nada, siendo plenamente consciente de la impunidad que
le garantiza un amplio sector del Poder Judicial y el espectro mediático de
nuestro país. Por supuesto que el asunto es muy distinto al temible “Vamos por
todo” de Cristina, pero lo cierto es que Macri decidió modificar las dos leyes
que crearon esos entes y establecen conformaciones plurales, vallando las sedes
y con un decreto plagado de condicionales y generalidades que buscan
fundamentar el avance del PEN a partir de supuestos desmanejos alevosos que
obligan a una intervención en aras de normalizar ambos funcionamientos. Como
nota de color, resulta sorprendente cómo en una parte del Considerando se
afirma “Que desde el año 2009 no se han logrado avances significativos”, siendo
que el actual oficialismo consintió expresamente las mil y un maniobras dilatorias
por parte del mayor grupo mediático e incumplidor serial de la ley. La militancia de la industria
cautelar cuestionando las consecuencias de esa industria cautelar. Joda.
Uno puede comprender los bodoques jurídicos hechos por
esta banda de -asumidos- “civilizados” que vienen a normalizar la barbarie de
los últimos doce años, cuando observa declaraciones del Ministro de Justicia
que no resisten siquiera el discurso más gorila de un profesor de Facultad de
Derecho ni Formación Cívica, en el secundario. Lo de “decretos reparables” para “leyes insanas” es
insólito y dinamita varias veces la pirámide de
Kelsen. Sólo advirtiendo ese nivel de justificación es que basta para tomar
real dimensión del laberinto que este gobierno amante de las formas viene
transitando, para intentar chamuyar de alguna manera lo que en cualquier país con
derecho positivo es insoslayable: existen jerarquías normativas.
Volviendo al principio, existe una grieta entre un
Presidente que asumió con el 22% de los votos y conquistó legitimidad a partir
de apostar con coraje y convicción a la institucionalidad y las políticas
públicas para apuntalar a la mayoría que estaba en la pampa y la vía, y otro
-Nene de Papá y Caprichoso- que con el 51% parece interpretar que está por
encima del Poder Legislativo, el Judicial y el Pueblo mismo. ¿A nadie le parece
grave que quien ejerce la primera magistratura hable de que un juez no puede
declarar la inconstitucionalidad de un decreto suyo? ¿Y que un Ministro manifieste -muy suelto de cuerpo- que “una ley no puede limitar al Presidente”?
¿Qué hubiera dicho la Vanguardia de la Ética y la República si algo similar
hubiese acontecido en el gobierno anterior?
En otro orden, y sólo para mencionar otra muestra de aire
fresco en la división de poderes, es curioso como ningún miembro del Club de
Guardianes de la República manifestó su rechazo a la modificación tributaria
por decreto anunciada por el Ingeniero Macri en relación a los derechos de
exportación (retenciones), como sí ocurrió -de manera enfática y avalando
cortes de ruta por semanas y desabastecimiento de la población- durante el año
2008, cuando la célebre resolución 125 prendía fuego la república y debía pasar
por el Congreso inexorablemente, antes de empezar a aplicarse. Bueno, parece
que allí también hubo un CAMBIO y el criterio -ahora- es otro. En ese mismo
sentido, también ya están sobre la mesa otras diferencias: Cristina, que iba
“por todo”, envió al Poder Legislativo el proyecto de ley más debatido y
elaborado de la historia para regular lo audiovisual; Caprichito, a puro
decretazo, quiere armarle el esquema de negocios a Puesto Mayor.
En el medio de todo esto, y para que no se nos pasen por
alto algunas cuestiones:
-Han corrido al único juez que consideraba lo de Papel Prensa
como algo más que un asunto contable y pretendía abordar la causa en el -lógico
e insoslayable- marco del terrorismo de Estado en el que la transferencia tuvo
lugar;
-El juez Alfonso creó una “precautelar breve” a favor de
Clarín en relación a la
adecuación del Grupo a la LSCA, en la causa iniciada por los luchadores de la
libertad de expresión que -parece- ya no quieren preguntar;
-Han apartado a la fiscal Viviana Fein,
cuando asomaba en su dictamen que no había posibilidad alguna de llegar a la
conclusión probada y razonada de que al (ex) fiscal de la Embajada yanqui lo
asesinaron; y
-Finalizada la presidencia de la Dra. Vázquez, vuelve el sector mayoritario y corporativo del Poder Judicial a realizar su labor
obstruccionista y de parálisis en un órgano clave como el Consejo de la
Magistratura.
Más allá de la represión, el cierre de espacios de opinión opositores y
los avances sobre la clase trabajadora y los
sectores más humildes de la patria, aparece como esperanzador el altísimo nivel de movilización y
compromiso que estamos exhibiendo, sobre todo a partir del 25 de octubre,
que -aventuro- será recordado como el hito fundacional de una fuerza interior
que se exteriorizó y salió a discutir la cosa pública y persuadir voluntades.
En la exigua derrota nació una etapa con nuevos actores y mayor participación,
como los “empoderados”. La sociedad, tarde o temprano, va a ser consciente del abismo existente entre la Bic negra
que nos devolvió la dignidad a los argentinos, y la lapicera cósmica que se ríe
de los Poderes del Estado, la Constitución Nacional y la ciudadanía. Macri,
de seguir gobernando para la minoría que lo impulsó y en contra de la mayoría,
va a darse cuenta solo de la diferencia entre legalidad y legitimidad. El 51% -habría que avisarle- no es un cheque en blanco ni lo habilita a hacer las
barbaridades que está haciendo en nombre de un supuesto salvataje del país.
Como dice Messi: una cosa es quedar en los diarios, y otra en la Historia. Al
Presidente se lo nota muy obsesionado con lo primero, ninguneando que el tiempo
es un gran ordenador.
Finalizando, ¿cuál es el estado actual de la república que
iba a recuperar y enaltecer Macri, llenando el país de diálogo, consenso,
libertad de expresión, transparencia y todo eso? Han pasado dos semanas de
gobierno del Presidente Mau y, además de las cuestiones ya mencionadas y entre
otras cosas, los argentinos todavía no tenemos Comisión Parlamentaria
que revise los DNU, ni Auditor General de la Nación. Serán
cuatro años de sorpresas e intensidad, donde cada día deparará alguna
barrabasada nueva en nombre de la república. Eso sí: nada que ver con el
oscurantismo y autoritarismo K. Apaguen el indignómetro, ya no hay más Cadenas
Nacionales. Ahora hay que ver qué dice el Boletín Oficial... cuando está.
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